sábado, 26 de febrero de 2011

Nunca debemos dejar de aprender ni pensar que ya lo sabemos todo.


Odiar es una palabra muy fea que poco uso en mi vocabulario, ya que oirla de alguien me inspira mucha desconfianza, agresividad, dolor... ¿Por qué es tan difícil al comienzo de los años escolares mostrar interés por aprender? A mí también me pasó, y peor aún, tardé más en darme cuenta de que lo mejor que tiene la vida es aprender. Desde que te levantas y sales a la calle, ya estás aprendiendo cosas, es algo totalmente continúo, puede ser tanto conscientemente como insconscientemente.
Bajo mi experiencia, de mis antiguos y actualmente profesores, soy de la opinión de que "una cosa es saber y otra saber enseñar". Es muy fácil llegar a una clase y dar la lección, lo que no es tan fácil, es crear en los alumnos, un interés por lo que se quiere expresar.

Yo soy tu maestra.

Día a día estamos acostumbrados a que al pronunciar alguien su nombre nosotros contestamos con el nuestro, y, si además de eso nos dice a qué se dedica, dónde vive,etc... nosotros contestamos igualmente, ya que al no hacerlo posiblemente estaríamos ante una conducta poco sociable. Pues, ciertamente es así de cara a los adultos, y ¿con los niños no? ¿por qué no? ¿quién impone que sea desde una determinada edad? Como vemos en el ejemplo, la maestra se dirige al niño al comienzo de una manera amigable, bastante cercana, es más, pronuncia "y así nos conoceremos mejor". Se está abriendo al niño, como toda maestra debe hacer. El niño responde al método que la maestra ha empleado, pero finalmente ésta se muestra distante e instructiva. Ahí le ha dejado ver poco al niño, y éste podrá estar distante hacia ella por la actitud proporcionada.