Día a día estamos acostumbrados a que al pronunciar alguien su nombre nosotros contestamos con el nuestro, y, si además de eso nos dice a qué se dedica, dónde vive,etc... nosotros contestamos igualmente, ya que al no hacerlo posiblemente estaríamos ante una conducta poco sociable. Pues, ciertamente es así de cara a los adultos, y ¿con los niños no? ¿por qué no? ¿quién impone que sea desde una determinada edad? Como vemos en el ejemplo, la maestra se dirige al niño al comienzo de una manera amigable, bastante cercana, es más, pronuncia "y así nos conoceremos mejor". Se está abriendo al niño, como toda maestra debe hacer. El niño responde al método que la maestra ha empleado, pero finalmente ésta se muestra distante e instructiva. Ahí le ha dejado ver poco al niño, y éste podrá estar distante hacia ella por la actitud proporcionada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario